Nicolás Filipic Massó

Christopher Nolan se la juega en este nuevo film y sale más que bien parado. No debe haber sido fácil para este talentoso y joven director venderle a uno de los grandes estudios una historia propia que tiene más que ver con la mejor tradición de cuentos borgeana que con las típicas películas de acción que en estos últimos años los grandes estudios producen y que han vaciado las salas de todo el mundo.
Desde el comienzo "Inception" plantea una dificultad para el espectador que no esté atento, la película se cuenta en 4 niveles, en referencia a la vigilia y a las 3 capas del soñante. Si, la historia es sobre sueños compartidos, un secreto a voces de varias Escuelas, aqui se juega con la posibilidad de meterse en los sueños del otro y, desde ahi, interceptarlos, cambiarlos, etc, por eso el nombre de la película.
Leonardo Di Caprio (una de las condiciones que tuvo que aceptar Nolan para conseguir el financiamiento) lidera un "team" que se dedica a meterse en los sueños de las personas para desde alli mutar o transformar sus contenidos pasados y futuros. La excusa, en este caso, es el pedido de un magnante japonés para que se metan en los sueños del hijo de su competidor y desde allí le instalen la idea de desarmar la corporación familiar. Tarea difícil ya que deberán ir a una tercera capa más profunda de la persona para "cambiar" los sentimientos de amor por su padre. Desde ese momento la película comienza a correr por dentro de la mente de quien se quiere interceptar.
Y he aquí el punto fuerte y débil, a la vez, del filme. Nolan parece haber investigado muy bien los estudios del sueño de C. G. Jung y desde toda esa teoría de la profundidad de los mismos, del tiempo del soñante y de la idea del subconsciente trabaja toda la historia, olvidándose de propuestas como la de Silo que niegan el subsconciente, asegurando que en el sueño nuestra concienca, claramente integra contenidos, que permiten que en vigilia podamos seguir viviendo con muchas menos tensiones y que nada de esto ocurre de manera inconsciente, por el contrario, es esa actividad que permite la carga, acumulación y transformación de los contenidos vitales de cada persona. La conciencia trabaja y de qué manera, mientras dormimos.
Más allá de esta idea del viejo y antiguo "subconsciente" que no existe como tal, la historia es buenísima y el manejo de los deseos profundos, de un limbo personal en el último nivel de sueño y por supuesto, la propuesta de que las personas pueden soñar juntas y construir sus mundos, rompen la cabeza de cualquier espectacdor más o menos sensible.
Pero se nota la mano maldita del estudio, ya que hay demasiado exceso de violencia (tiros a mansalva, persecuciones de autos por doquier) y todo muy ruidoso y con demasiado primer plano, el director hábilmente marca el paso del tiempo en dos escenas antólogicas que tienen que ver una con la otra. El equipo entero viaja soñando en una combi que es chocada y cae de culata desde un puente, esa caída de apenas segundos, es demorada más de 1 hora y media en la que paralelamente se van desarrollando los otros niveles de sueño, donde 30 segundos corresponden a un par de horas y allí el "team" está en un hotel donde por la caída durante el otro nivel de sueño, hay ausencia de gravedad y uno de ellos se encarga de resolver problemas en ese nivel flotando en el aire y en los siguientes niveles el tiempo es de dias, semanas y hasta años.
Y uno asiste maravillado a esta obra maestra que "filtra" semejantes contenidos en el triste cine de Hollywood y no queda otra que aplaudir a este genio de la adaptación creciente como es Christopher Nolan quien logra hacer brillar a sus actores, incluyendo al mediocre Di Caprio.
Películas como ésta que apelan a la atención y profundidad del espectador, aparecen de vez en cuando y demuestran que hay mucha gente que duerme y otra mucha que integra contenidos.