Nicolás Filipic Massó

Es siempre una invitación al riesgo y a nuevas experiencias el estreno de un filme del australiano John Hillcoat. No sólo por ser un maestro en la creación de climas angustiantes y retorcidos, o por ser un maraviloso director de actores, sino porque no son muchos los creadores que hoy en día se arriesgan a tanto.
En este caso, para su segundo largometraje, Hillcoat se apoya en el actor argentino-estadounidense Viggo Mortensen para trasladarnos a un mundo apocalíptico, en donde ya no hay flora ni fauna y en donde los pocos seres humanos vivos se cazan entre sí para comerse.
La adaptación de la estupenda novela de Cormac Mc Carthy, nos presenta a Mortensen como un padre que vaga con su hijo por caminos vacíos y llenos de una atmósfera gris y casi negra, y nada sabemos sobre el por qué de la situación planetaria y poco a poco vamos sabiendo de la crisis familiar que separó a la familia de los protagonistas.
Con una fotografía tan sensacional como perturbadora y con un manejo de los climas magistral, el director nos lleva por caminos aparentemente sin salidas, planteando temas como la relación padre-hijo, la fuerza interna, la moral, la muerte, la ética y la no-violencia.
El contraste entre el valor interno y el brillo en la fuerza que proviene de las acciones de los protagonistas, frente a un mundo externo gris, inerte y vacío, conjugan una paradoja logrando que este filme sea inolvidable.
En una de las escenas más impresionantes de toda la película, padre e hijo sufren un robo y van en búsqueda del ladrón, al encontrarlo ambos se enfrentan entre si ante el tipo de respusta a llevar a cabo: deben castigar o perdonar?. Son éstos 10 minutos en los que nos deparamos con una asombrosa lección acerca de la resolución no-violenta de los conflictos.
Y como si todo esto fuera poco, la música de Nick Cave (quien musicalizó todos los filmes de Hillcoat) hace el resto de manera brillante e inteligente y sin querer dirigir los sentimientos del espectador.
Luego de 2 horas de habitar un mundo desolado, frío y gris, los más intensos colores surgen de la moral y de las decisiones de los protagonistas.
Los últimos 15 minutos en donde padre e hijo se enfentan con la muerte y la integran de una manera maravillosa, en vez de negarla o resignarse, hacen de ésta una película a la cual podríamos tildar de Humanista sin temor a equivocarnos o a exagerar.
John Hillcoat nos propone un camino en "The Road", seguir nuestro fuego interno más allá de lo que el mundo externo nos ofrezca o nos quite.

Trailer "The Road"